encuentro estuviera sucediendo pero también esperando desconsoladamente la muerte; y el caballo saltó sobre él y se perdió tras los árboles de la otra orilla y él, por un momento, creyó que nada había sucedido o que un ángel le había cubierto de todo peligro con su manto. Terminó de cruzar a gatas, sin ánimo para ponerse en pie y sortear las últimas hendiduras, por las que se entreveía la honda y escondida poza de agua verdeoscura. Y al momento de tocar