y pensaba: «Para vida agitada, el campo. Uno se desvive porque llueva, o porque pase la mortandad de los terneros... Lo que es yo, no voy a permitir que me contagien la angustia.» Iba a agregar «por lo menos hasta mañana a la mañana», cuando se acordó de la otra angustia y se dijo: «Qué estúpido. Todavía tengo ganas de hacerme el gracioso.» Llegaron a la estancia por la calle de eucaliptos