la crítica de estas características habría sido impensable diez años antes. Algo estaba cambiando. Los jóvenes reivindicaban su presente, su hoy concreto; luchaban por desvincularlo de las adherenci del pasado. Un año antes de las revueltas universitarias de 1956, escribía Sainz de Buruaga: Si algo hay claro en la juventud española de ahora mismo, es su conciencia de tremenda actualidad, su realismo desnudo hacia el presente. Esto existe y tiene indudablemente sus peligros: nada menos que desarraigarse fieramente