romántica. La gran mayoría se contenta con aceptar los viejos estereotipos y slogans de la intolerancia, atraso y crueldad de los españoles. El arraigo de estos esterotipos allende las fronteras era fruto de una «leyenda negra», que se escribía sin embargo con la complicidad de la parte denigrada. A lo largo de los años cuarenta, nuestro país, tercamente encastillado en la altivez de sentirse diferente, y proclamando a los cuatro vientos que no necesitaba limosna de ateos y masones