reían cuando confesaba su miedo antes de cada operación en la que, sin embargo, luego se arriesgaba como el primero. David que, al fallar aquella noche la prueba de encendido, volvió a bajar solo hasta la vía férrea, arregló los contactos casi cuando el tren llegaba y, descubierto al replegarse, intentó en vano salvarse monte arriba de las ametralladoras, aunque aún tuvo fuerzas para arribar hasta sus compañeros. David que, perdidas las gafas en la última carrera de