para una nueva estancia en la clínica. Me quedaré con su apartamento por ahora. Un beso, Annick. II Todas las hojas eran de oro. Flotaban inmóviles, en delicadas capas superpuestas, recostadas blandamente unas sobre otras, y cubrían la superficie del agua como una lámina continua, desprovista de peso porque sólo el color les confería la esencia luminosa del metal. Genoveva miró un momento la piscina y luego lo miró a él, y Julián tuvo la sensación de que también