qué desastre! --murmuraba ante cualquier fragmento de sus libros de texto--. ¡Qué Historia os explican, hijo mío, qué Ciencia, qué conceptos!... La madre le hacía gestos, contrariada, y él reaccionaba, quería arreglarlo sin desdecirse: --De todos modos, hijo, tú tienes que estudiar. No hay elección. Sigue adelante, y ya llegará el día en que podamos hablar claro...