, en este aborrecido guardamuebles, incluso a mitad de camino de su vida -sin los que pilla el rayo ni estrumpe la granada-, tienen los hombres de hoy, por lo que se comenta, ya resuelto su caso, arreglado su problema, o sea, ya decidido su signo irrevocable. A cada paso se va sintiendo más desesperanzado cualquier intento en contra, cualquier pronunciamie sedicioso, cualquier insurrección del alma toda que temerariamente arroje en un único golpe la entera guarnición contra