, por eso dispuso que tuviera siempre a mano papel y lápiz para que expresara por escrito sus deseos. Él, sin embargo, jamás los utilizó para eso. Miguel se sentaba a su lado para ver los dibujos animados y le observaba de reojo, veía cómo resbalaba la saliva por las comisuras de sus labios y cómo paseaba sin atención su mirada sobre el televisor, los muebles, las personas. Cuando sabía que su abuelo le estaba contemplando, tenía la sensación de no