. ANA.- ¿Qué quería? TEO.- Me preguntó cuántas veces se había escapado de casa, si estaba fichado, cosas así. Le pedí, por favor, que no le abriera una ficha. Se rió: «Estaríamos apañadossileshiciéramosfichas.Seescapan diariamente más de trescientos chicos.» ANA.- ¿Te dio alguna esperanza? TEO.- Piensa lo mismo que el profesor: que sería mucho más fácil encontrarlo si se