al calor de la chimenea, la muchacha seguía imperturbable con sus lecturas --siempre un poco apartada del grupo-- hasta que llegaba aquel momento en que ella doblaba la hoja del libro con extremada pulcritud y se iba a dormir. ¿Leía verdaderamente o escuchaba las conversaciones? Janotambiénobservabadedía--desdelejos,sigiloso-- sus idas y venidas al pueblo en bicicleta para hacer algunos recados. Pero, sobre todo, le intrigaban los raros y solitarios paseos de la muchacha por