puñetazo, declaró sentirse orgulloso del comportamiento de Miguel y le contó cómo su padre, siendo aún un chaval, se había enfrentado a unos gamberros que le habían quitado las muletas a un paralítico. «Has salido justiciero como tu padre», le dijo, y Miguel seobservóenlosojoshermososdelabueloy fue feliz. Las visitas de Germán cesaron. Las de Agus siguieron produciendose con igual frecuencia que antes, pero su actitud era ahora bien distinta