uno de sus suspiros o de sus más leves movimientos de cabeza como un comentario o una respuesta. Antes de marcharse, Carmina le tomó la mano y le miró a los ojos, le dijo: --No querríamos que nos guardara usted ningún rencor. Miguelleshabíaestadoobservandodesdela puerta y, al salir, Carmina le besó y con suave acento andaluz exclamó cuánto has crecido, mi niño. Fagin le ofreció amistosamente la mano, diciendo: --Nadie