David. Insistentemente se repetía: «Ella tiene que saberlo, ella tiene que escucharme como otras veces la he escuchado yo.» Podía empezar: «David vino a mí como un tierno y candoroso doncel. Me cautivó su inocencia, suingenuidad,sudeseodeaprenderlotodo...Fuisu maestro y su guía en las cosas que yo amaba, pero él buscaba algo más, él esperaba algo más...» --Genoveva --dijo Julián de pronto, y le sonó raro;