del revés? ¿Cómo has entrado? BLANCHE.- Calma. No me lo preguntes ahora. Siéntate. Habrías de hacer un gran ejercicio de imaginación para entender lo muy difícil que me ha sido disimularme durante estos años, escapar constantemente a mi identificación como la loca señorita de Bressac. Deja que me siente yo también. No sé cómo probarte que no estoy loca, como tampoco lo estuvo Eric de Villemont. ELIN.- Entonces... ¿mandasteis a vuestros