--¿Cómo es? --Era muy guapo. Y también muy malo. --¿Por qué? ¿Le pegaba? --No. Le hacía cosas peores. --¿Qué cosas? Recuerdo que le hice esta pregunta alarmada y que me indigné cuando ella, en vez de responderme, se echó a reír y me dijo: --No puedo contártelas. A ti no. Entonces le grité: --¡Pareces una vieja! Al menos eso veía yo en