con el sentimiento nacional de autoafirmación"), reduce la diplomacia a estricta psiquiatría para el enfermo interior norteamericano, pero además ni tan siquiera como una terapia curativa, sino como una terapia de entretenimiento, para evitar que el paciente se escape a otro sofá. El equilibrio propuesto en la alternancia pendular del palo y la zanahoria para con los soviéticos no sería más que la dosificación más adecuada para que el enfermo norteamericano pueda gozar de las psicopáticas satisfacciones autoafirmativas del ego nacional, pero