hace intangible. La poderosa amenaza con que la violencia perpetrada y la sangre vertida protegen la absoluta verdad de la Causa, hurtándola al alcance de toda discusión, constituye asimismo el caudal de terror en cuya inercia la institución se perpetúa, escapando por entero al control de los sujetos. A estos factores de perpetuación negativos para los individuos se añaden los alicientes positivos, tales como la ya repetida índole digamos deportiva de las representaciones terroristas, que capacita a los actos singulares para constituir