. Después cerró los postigos y encendió una lámpara. --Bene no tiene novio. Me lo ha dicho ella --añadió. Enseguida se dedicó por entero a tranquilizarme. Creo que no le costó mucho conseguirlo. Cuando se marchó, yo ya me había dormido. Le prometí que no le diría nada a tía Elisa, ni a nadie, sobre la ausencia de Bene. Pues Santiago había venido precisamente a eso, a protegerla, y yo, en aquellos