de ballenas y pregunté quién iba. --Soy yo --dijo Cándida que, a todas luces, había olvidado la contraseña--. Abre. Arrastré el tocador y le abrí la puerta. Cuando hubo entrado volví a cerrar y a colocar el mueble a modo de parapeto. --¿Qué has estado haciendo con mi boudoir? --preguntó la muy boba. --Gimnasia. ¿Has averiguado algo? --Me parece que sí --se sacó del escote una bola de papel