cambiando bruscamente-- en todo este tiempo no he tenido un gesto de conmiseración hacia ella; soy un miserable. Lo peor --añadió-- es que no me importaría serlo, y en la forma más vil, si con ello lograse escapar a la justicia. Probablemente nunca hubiera sido capaz de admitir una confesión semejante. Tampoco nunca tuvo ocasión de encontrarse en la situación en la que se encontraba. Su desaliento sólo quería decir que el hado funesto le había señalado con