Recordarás que hubo unos primeros momentos de entusiasmo colectivo y bullicioso, pero luego, al atardecer, el encanto del lugar nos fue inclinando a todos hacia la reserva y la intimidad. Acaso influyera en ello la música que tú comenzaste a interpretar al piano, una versión libre de las Variations de Edward Elgar. Se derramaban las notas de aquella melodía que tanto amábamos y las bromas y los gritos fueron acallándose. Sólo de vez en cuando, en el ocaso perfecto, la