lelaslo se susurraba con cierta admiración. No las había dejado el novio. Se lo había quitado Dios. Eso no era quedarse «desairadas». A aquellas señoritas, propiamente hablando, no se las podía llamar solteronas. Se habían convertido en novias eternas. Aunque no siempre, por supuesto, se culpabilizara a la solterona de haber llegado a serlo, su condición de tal no podía dejar de verse como un fracaso. Y a la propia interesada
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CONVERTIR.1 - Cambiar la naturaleza [de algo] haciéndo[lo] ser otra cosa