los contadores del agua; una muchacha con formularios de una encuesta sobre la industria automovilística; algún distribuidor a domicilio de prospectos o tarjetas de propaganda. Cuando el pasillo se vacía y escucha de nuevo el chirrido del cable del ascensor, regresa decepcionado a la mesa en donde trabaja y procura plasmar en el papel las incidencias de un encuentro invariablemente frustrado y pospuesto. Ni los mensajes de amor ni sus extravagantes lucubraciones científicas compensan sus afanes de abrirse a un cónyuge infinitamente comprensivo y