detrás de ti, escuchas unos pasos precipitados y sientes que te tiran enérgicamente de la manga. No es el evanescente conspirador oteka sino el camarero: como siempre que flipa bajo la influencia del porro, nuestro héroe se había olvidado de pagar su diábolomenta. EN LA PENUMBRA Llegados a este punto, no es preciso admitir que la gama de ocupaciones e intereses del andoba es más bien limitada: callejeos maniáticos, obsesivos, casi perrunos por el Sentier; visitas extravagantes y errátiles a
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PAGAR.1 - Dar a cambio de algo [dinero o algo equivalente].