Los pastores reían del dolor y la desesperación del zagal, como seguramente rieron, bestiales, los sayones crucificadores de Cristo. Al abrir ahora los ojos nadie ríe, en este pequeño círculo de semblantes angustiados, ni les envuelve la viva luz de la montaña; pero, por lo demás, es lo mismo: un cuerpecito inmovilizado, una cabecita forzada hacia abajo, un delicado cuello entregado al verdugo. Sólo que entonces era la cabeza de Lambrino, sus ojos desorbitados y sus
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ENVOLVER - Rodear, cubrir total o parcialmente una entidad con otra