a una ortodoxia; tampoco es una «vanguardia» del pueblo ni un cuerpo escogido de militantes. Es una organización abierta más bien amorfa, dirigida por una burocracia política surgida de las capas populares y medias. Así México ha podido escapar, durante más de medio siglo, a esa fatalidad circular que consiste en ir de la anarquía a la dictadura y viceversa. El resultado no ha sido la democracia pero tampoco el despotismo sino un régimen peculiar, a un tiempo paternalista y