se o Carolinas entre las begonias, pero lo más frecuente era que los nombres procedieran de su imaginación o de antiguas lecturas de cuentos de hadas, y siempre había una Blancaflor, una Carmesina, una Isomberta. Cada día, además, compraba una rosa y si era muy bella la llamaba Rosita o Rosalinda, si muy grande, Rosetona, si llorosa o mortecina Rosalía. Para la abuela, las flores no se secaban sino que las consumía la nostalgia de un cielo amplísimo
TER:037.12
COMPRAR.1 - Obtener una posesión a través de una transacción económica.