te apures: si no la tienes, aquí estoy yo. ¡Dejate llevar por mí, niñito mío! ¡Yo te pondré en la buena senda para escalar la vida, que es dura como la montaña, pero te llena el corazón cuando estás en lo alto! » -¿Lo ve usted, señor Roncone? ¿Lo ve usted? El viejo deja al niño sobre la moqueta junto a la cuna y se vuelve hacia una Anunziata triunfante, bien plantada