lo cual volvieron a enfrascarse en su conversación. Entonces caí en la cuenta de que llevaba puesta la ropa del camarero manco. De modo que me cuadré y dije a mi vez: --Marchando. Me fui a la barra y repetí la lista que acababa de oír, bien que con alguna variante, pues era todavía novato en el oficio. Esperé un rato y alguien me puso delante una bandeja con tres cafés y unos moluscos en salsa. La cogí sin rechistar y