entradas laterales la frente avanzaba profundamente en el cuero cabelludo. Este, en algunas partes, raleaba. Me pareció que si yo procedía con lógica me probaría a mí mismo que me había sobrepuesto a la amargura. Sin demora empezaría a trabajar y también a tomar el tónico de Abreu. Menos mal que me quedaba un frasco. Entiendo que el discursito me salió bien. Si ahora lo releo con ánimo de encontrar defectos, quizá descubra que no me he demorado debidamente en las