. El Barbas no era un amigo nuestro. Era..., bueno, la historia de siempre. Como uno de esos perros enfermos, raquíticos, que te encuentras por la calle y que se empeñan en seguirte, aunque les tires piedras. De esos que te acaban creando mala conciencia y que quieres dejar de ver para no acordarte de que existen cosas así... Hasta que un día caes en la tentación de llevártelos a casa para darles un poco de comer