de hacerla feliz... Ignoro si puede servirle de consuelo, pero ella no se entregó a una aventura vulgar. JUAN.- Con un hombre como usted, de tanta categoría, nada puede ser vulgar. Si yo le regalaba cualquier chuchería de unos grandes almacenes, sus regalos eran un brazalete en Tiffany's, una sortija en Cartier... ¿Quién puede luchar contra eso? Sólo mis sentimientos eran más bellos y más valiosos que los suyos, estoy seguro. ¿Pero