Y, cuando, poco después, observé a mi padre saludando a Bene, no comprendí sus palabras. Pues para mí era evidente que él acababa de conocerla en aquel mismo instante. Se acercó a ella pronunciando su nombre junto con unas pocas palabras de bienvenida. Y pensé que Bene también le descubría a él por primera vez. Me sorprendió ver que ella perdía su aplomo habitual. Se quedó muy quieta, frente a él, mirandole con asombro y admiración.