aquella manera. Yo tuve la impresión de que su cabello, corto y rizado, se erizaba en su cabeza. Sus ojos parecían haber enloquecido y, sin embargo, su voz era contenida, incluso podría parecer indiferente para quien no observara su rostro mientras decía: --Antes de un mes te has ido de esta casa. ¡Enterate bien! Recuerdo que Bene, con sus brazos en jarras, le respondió abriendo desmesuradamente la boca: --¡Ja! Y aquella