». ANA.- ¡Es mío! TEO.- Lo siento, es mío. Estoy seguro. Recuerdo perfectamente que lo compré en la cuesta de Moyano. ANA.- Sí, lo compraste tú, pero para regalármelo a mí. TEO.- Eso ya no lo recuerdo. ANA.- ¿De verdad que no lo recuerdas? TEO.- No. ANA.- Es increíble.