destapa y mantiene la sábana extendida en sus manos. No se ve el cuerpo. El matrimonio lo está mirando con ojos desorbitados.) Debo rogarles que se fijen en esos jirones de tela. Quizá noten algo del estampado... Observen también ese zapatito, muy corroído, pero casi entero. (Unos segundos tensísimos. De pronto ROSA abre sus brazos y, echando atrás la cabeza, lanza un prolongado alarido, y aun otro, de fiera en agonía. Sin dejar