DIONISIO.- ¿Crees que ella va a admitir nunca que esa cosa horrible del depósito era su hija? NÉSTOR.- Sabe que lo era. DIONISIO.- Eso no lo sabes ni tú. NÉSTOR.- (Lo observa, sorprendido.) ¿También tú enloqueces? (Se sienta cerca de él.) ¿Has llegado a creer ni un solo momento que la niña está viva? DIONISIO.- (Lo mira fijamente.) Prefiero no contestarte