rostro. Un rostro que además, por sus ojos almendrados y por sus labios ligeramente carnosos, se asemejaba a la Gracia de la blanca túnica. »Hubo un momento en que, de forma totalmente inconsciente, sin saber que te observaban, metiste tu mano entre los cabellos y los echaste hacia atrás. Entonces quedó establecido, de forma definitiva, que eras un personaje de Botticelli y no de Leonardo, que nada tenías que ver con la figura del cartel. Tú