lasela todo era hacerles confidencias a las amigas y detallarles con pelos y señales los indicios de un amor reciente. Pero al intentar propagar una experiencia íntima y aún en gestación, no solamente se banalizaba su encanto sino que además se estaban regalando datos sobre determinada personalidad masculina, que podían volverse excitantes y propicios a la manipulación ajena. Era muy frecuente, de hecho, el que algunas amigas más «lanzadas» que su confidente inexperta, se encapricharan del