se había enterado de que aquella joven era viuda y de que no tenía que guardar fidelidad a nadie. El niño se dijo entonces que la abuela siempre se ponía en contra de él y de los suyos. Cuando su madre le regaló otra novela de Verne, la abuela le dijo de malos modos que los libros de esa clase no hacían más que viciar la imaginación del niño. Mercedes la miró con serenidad a los ojos y, la tarde siguiente, trajo a Miguel