, comentó ella mirando desde la puerta, y el niño preguntó dónde había guardado el águila. «En una de las habitaciones inútiles», contestó. No vivía nadie en ellas. Dos tías lejanas le hicieron una visita y le regalaron libros para colorear. Todos parecían de acuerdo en tratarle como si fuese más pequeño de lo que era. Vestían las dos de negro, como la abuela, y a veces hablaban entre sí en voz baja, para que ella no