se mostró toda la tarde severo, distante. Sólo sonreía cuando entraba Carmina con cervezas frías, pero sonreía por cortesía, la trataba de usted y le decía gracias, Carmina, o por favor, Carmina. En esos momentos, Fagin observaba con interés los cuadros de las paredes y Miguel se preguntaba por qué el abuelo trataba de usted a Carmina sólo cuando la abuela o Fagin estaban delante. 2 La abuela era una enamorada de las flores. Pasaba horas y horas con