y todo se sorprendió cuando Genoveva dijo: --En el año sesenta, David no distinguía la seda natural... En seguida vino la demostración, la indiscutible prueba: --Al poco tiempo de conocernos era mi cumpleaños, y David me regaló un pañuelo para la cabeza. Parece que lo estoy viendo: rosa y verde y azul brillante, horrible; parecía uno de esos pañuelos que usan las mujeres de los pueblos en las fiestas. Él se creía que era «seda pura