aludiese a la recompensa tanto tiempo esperada. «Las cosas hay que ganárselas --solía decir el padre--. No se da nada por nada.» Y él se repetía la máxima cuando no le salían los problemas y cuando le costaba trabajo concentrarse en la lista de las capitales europeas. El había dado su parte. Allí estaba, en la mano del padre, la cartilla firmada por el prefecto: «Comportamiento: Bien. Asistencia: Bien. Matemáticas