sesela su razón de estar sobre la tierra, su único puente con la realidad. Lo más bonito de Teresa, además de su gordura, era su prudencia; mejor dicho, su absoluta incapacidad para la intriga o la malevolencia. El regresaba echando pestes contra el jefe de patio general; que se iban a unir todos para sacar al desgraciado, que por algo había un sindicato, que... y Teresa con sus ojos fijos de vaca buena, respondía con voz