era total, sin sombra de dudas. Aunque observando a Bene, tan alegre, mostrandome tanta ternura, no podía concebir que anidara en ella algo tan terrible como insinuaban las palabras y las voces temerosas de aquellas mujeres. Y,sinembargo,depronto,mientraslaobservabaplanchando con diligencia o entregada plácidamente a cualquier otro quehacer cotidiano, vacía de pensamientos malévolos, cruzaba mi memoria, fugaz como un rayo, como un chispazo que prendía fuego en mi cabeza