unió, digo, su voz a las nuestras, débil ya, cansada de mandar, y una sacudida nos recorrió el espinazo; y repetimos la tonada dos, tres y cuatro veces, porque el Caudillo se iba quedando rezagado y aún estaba enlaprimeraestrofacuandolosdemásandábamos ya por la tercera y en vez de decir "camarada" decía "mamarada" o algo por el estilo, pero eso no restó un ápice de emoción al momento, Pebrotines,