no habría acudido a la cafetería; y cabía incluso la posibilidad, que su conducta y palabras ulteriores confirmaron, de que no hubiera abierto el maletín, en cuyo caso y a los fines que me había marcado, esto es, obtener su cooperación,preferíaquesiguieracreyendoqueandaba en juego una pingüe suma y no un triste rollo de papel tan socorrido a veces cuanto prosaico siempre. De vuelta ella de la cocina con una bandeja en la que había dos tazas