mía --se puso a sollozar don Plutarquete--, ¿qué te han hecho estos perillanes? Todavía bajo los efectos del sedante, la periodista roncaba con envidiable placidez. --¿Están satisfechos? --preguntó la voz. --Mucho--dijeyo--.Ahoraavercómoarreglamos lo de la salida. --Eso es bien sencillo: dos ordenanzas van a entrar en el gabinete. Les vendarán los ojos y los conducirán a ustedes a la salida. No opongan